CORREGIR RELATOS

Recursos para el escritor

Enfrentarse al relato propio implica realizar al menos dos lecturas del relato, considerando distintos aspectos; uno referido a la historia narrada –qué se cuenta- y otra al modo empleado en contarla –cómo se cuenta-.

Corregir es siempre reescribir, lo cual significa leer, eliminar, agregar reemplazar; desdoblarnos y probar la mejor variante ante la encrucijada narrativa. La idea es hacerlo como si desmontáramos y volviéramos a montar un artefacto, como un trabajo o un juego.

Entre la primera escritura de un relato y el trabajo de reescritura debemos dejar “reposar” el texto durante un período. Así, lo retomaremos desde otra actitud mental, sin la “carga” que requiera la primera escritura, más distanciados, para encarar una lectura neutra y hacer las transformaciones apropiadas. Recordemos que transformar el texto es aceptar nuestra propia transformación. Decía André Gilde: “Mientras escribes sé tú mismo, desbórdate y apasiónate, pero sé sobrio cuando te releas”.



• Operaciones necesarias

- Distanciarse: leer nuestro texto como si fuésemos un lector no comprometido con él, ajeno al mismo. Leerlo como si el texto estuviera escrito por otra persona. Preguntarse: ¿Se entiende la historia narrada?, es decir, analizar si no hemos dado por sobreentendidas algunas informaciones; ¿Se sigue la historia sin que decaiga el interés?, lo que significa analizar si no hemos abusado de ciertos datos que pueden deducirse de otros y no es necesario explicitarlos.

- Reconsiderar la historia desde el principio hasta el final: analizar la armonía entre las partes, la frase inicial, la relación entre el principio y el final, el modo de encadenamiento, etc.

• Pasos operativos: una posibilidad es realizar tres lecturas distintas del propio texto:

- En la primera se decide que aspectos permutar: Se reemplazan palabras, frases o párrafos. Por ejemplo, García Márquez nunca cesaba en su empeño de escribir. En El general en su laberinto reemplazó lo siguiente:

“Pero un soldado que parecía en estado de éxtasis, por el sopor de la hora, lo sacó del engaño con la verdad”, por:

“Pero un sargento, que parecía en estado de estupor por el bochorno de la hora, lo apabulló con la verdad”.

- En la segunda, se suprime: se tacha, se corta, se abrevia, se elimina material. Como decía Juan Rulfo: “escribir es cortar”. Ernest Hemingway se refería a la escritura como un témpano de hielo, que deja siete octavas partes de su masa debajo del agua, por cada parte que se ve. Según él, El viejo y el mar pudo haber tenido más de mil páginas e incluir a cada uno de los personajes de la aldea y todo lo relacionado con su modo de vivir, pero los dejó afuera, el conocimiento de ellas es lo que constituye la parte del témpano que está debajo del agua.

- En la tercera, se amplía: se añade todo aquello que intensifique la significación y mejore la comprensión.

Para concluir, aunque resulte una obviedad, es bueno tener siempre a mano toda clase de diccionarios y una buena gramática, mejor corregir sobre el papel que en la pantalla, permite flechas, anotaciones y toda clase de borrones que, aunque solo inteligibles para nosotros mismos, permiten una mejor visión global del texto.

¡Buena suerte con vuestros textos!



Nota: Basado en el muy recomendable "Corregir Relatos" de Silvia Adela Kohan (Colección Escritura Creativa, Grafein ediciones)

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una información interesante y bastante útil. Esta parte de escribir es la más pesada porque a veces te parece que nada sobra o que si suprimes una frase la siguiente pierde sentido.
Con la experiencia te vas dando cuenta de lo que sobra o de lo que falta.